DOLOR DE MADRE

No era mi dolor,
no sabía qué pasaba,
y temí preguntar.


La gruta de la
Virgen de Lourdes,
nos cobijaba,
de pronto,
sentí que me invadió
por completo su tristeza,
esa desesperación
de madre,
de cuando un hijo está mal.


No era mío el dolor,
pero me caló los huesos,
se impregnó en mi corazón.
La vi sufriendo,
frente a la imagen
de la Virgen,
sentí su quebranto,
sentí sus lágrimas,
sentí su súplica.


Escuche su voz entrecortada,
el ruego de una madre;
que me pase a mí,
no a mi hijo,
¡Virgen bendita!
Lo repitió una y otra vez
hasta que su voz
pasó a ser un grito descomunal,
lleno de desesperación
y rabia.


No era mi dolor,
pero me quebró en pedazos,
doblo mis rodillas,
y le rogué a la Virgen piedad.
Dedicada a la Virgen de Lourdes, del Barrio 5 y de sus fieles devotos.

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